Donald Trump se enfrenta a un giro inesperado en su presidencia, con la saga de Jeffrey Epstein escapando a su control y generándole problemas con la facción conspirativa de su movimiento MAGA. Por primera vez, el presidente se ve en la posición de víctima de una teoría de conspiración, en lugar de ser su iniciador. Esto lo sitúa como un “infiltrado que encubre” en lugar del “outsider destructor” del Estado profundo, una postura que genera tensiones internas.
La controversia ha llevado a figuras prominentes de MAGA, como la representante Marjorie Taylor Greene, a advertir sobre “repercusiones significativas” si no se aclara el asunto. Las tensiones entre la secretaria de Justicia Pam Bondi, el director del FBI Kash Patel y su adjunto Dan Bongino, reviven recuerdos del caos del primer mandato de Trump. La gran pregunta ahora es si el presidente podrá calmar el furor de su propia coalición, ya que esta situación podría erosionar la confianza con su base y afectar el entusiasmo republicano en las próximas elecciones de medio término.