Un ataque aéreo israelí la semana pasada en Gaza mató a Anas al-Sharif, destacado corresponsal de Al Jazeera, junto con otros periodistas que vivían y trabajaban en una tienda de campaña frente al hospital Al-Shifa. Las fuerzas armadas de Israel afirmaron que al-Sharif lideraba una célula de Hamás, sin aportar pruebas verificables; organizaciones como el Comité para la Protección de Periodistas y Reporteros Sin Fronteras calificaron el ataque como una violación del derecho internacional y un atentado a la libertad de prensa. Al menos seis comunicadores perdieron la vida en ese bombardeo.
El episodio agudiza la crítica global hacia la situación de los periodistas en Gaza, donde más de 230 han muerto desde el comienzo de la ofensiva israelí. Los chalecos de prensa ya no garantizan protección, sino que podrían convertirlos en blanco, señalan grupos defensores de medios. Ante esto, ¿podrá la presión internacional revertir una tendencia que amenaza con acallar las voces que buscan informar desde el corazón del conflicto?

