Flash floods repentinos en el noroeste de Pakistán, especialmente en el distrito de Buner, han dejado al menos 277 muertos y más de 150 desaparecidos, según fuentes oficiales. El desastre fue provocado por un “cloudburst” que descargó más de 150 milímetros de lluvia en una sola hora, arrasando pueblos, destruyendo viviendas y bloqueando carreteras. El ejército y equipos de rescate trabajan sin descanso en la búsqueda de víctimas y en la distribución de ayuda, mientras persisten las lluvias que mantienen la alerta en toda la región.
El contexto climático agrava la crisis: expertos vinculan estos eventos extremos con el cambio climático que intensifica los monzones y lluvias concentradas. La devastación de infraestructuras y el acceso limitado complican el rescate, mientras las autoridades planifican reconstrucción, reubicación de comunidades vulnerables y apoyos a las familias afectadas. La emergencia revela la fragilidad del país ante catástrofes recurrentes y la urgencia de reforzar la gestión de desastres.

