La Ciudad de México enfrenta nuevamente el impacto de la fragilidad de su infraestructura. Mientras la reparación de los socavones en calzada Zaragoza avanza con lentitud y provoca severo congestionamiento vial, se sumaron dos hundimientos más en la colonia Obrera, en Cuauhtémoc, y en la Tepeyac Insurgentes, en Gustavo A. Madero. El primero causó la volcadura de un tráiler sobre una camioneta, sin dejar heridos.
Vecinos y automovilistas señalan que la atención oficial resulta insuficiente y poco clara, pues la Secretaría de Gestión Integral del Agua no ha brindado información precisa sobre las causas y tiempos de reparación. La reiteración de estos incidentes refleja la vulnerabilidad de la capital ante problemas estructurales que no se resuelven de fondo. ¿Hasta cuándo se tolerará que la vida cotidiana quede atrapada entre socavones y omisiones institucionales?

